Una vez más, Este año, el 8 de junioHemos detenido nuestros compromisos diarios y hemos dedicado un minuto a orar por la paz.
En todo el mundo, a lo largo de la jornada, fueron muchos los que dedicaron minutos a orar y reflexionar. Juntos se comprometieron a trabajar por la paz,
El hecho de que, en cada país y en cada ciudad, “dondequiera que estuviéramos a la 1 de la tarde”, hayamos respondido a la propuesta es en sí mismo un testimonio de que “queremos la paz”. Estamos convencidos de que la paz es una urgencia, un Derecho y una necesidad Por cada uno de nosotros y por toda la humanidad. A través de la paz podemos vivir la fraternidad, el diálogo, la justicia y la solidaridad. La paz transforma corazones de piedra en corazones de carne llenos de compasión y misericordia.
Con nuestra oración testimoniamos que estamos dispuestos a acompañar a quienes viven situaciones de violencia y guerra y les enviamos el mensaje: “¡No están solos, son nuestros hermanos!”. Nadie puede ser descartado. ¡Todos merecemos vivir con dignidad!
Este minuto de oración nos compromete y nos predispone a consolidar la paz, nos une en esta causa común, nos impulsa a no ceder a la violencia y a trabajar por la justicia y la fraternidad en este mundo fragmentado y dividido, y nos manifiesta nuestra solidaridad con las víctimas que tienen una gran necesidad de una paz real y duradera.
Las asociaciones de AC en todo el mundo deben esforzarse por ser un signo de paz y cada uno de nosotros debe ser testigo de que la paz es posible. Junto con el Papa Francisco, lo hacemos desde hace 10 años y queremos seguir proponiendo esta oración el día 8 de cada mes, implorando al Inmaculado Corazón de María, que nos ayude a elegir el camino de la fraternidad y a comprometernos a trabajar por la paz.
por Emilio Inzaurraga